Estoy en la etapa que me siento prisionera de mis raros antojos, de mis constantes errores, de mi seguridad insegura, de la vida y sus cambios radicales de estados anímicos, de la consecuencia inconciente que me ata sin dudas a un amor inexistente que me da la fuerza para creer en una voz semi difusa que aun no quiere transformarse a realidad, un amor que siento para siempre y que cada noche grita desesperado pidiendo auxilio.
Cada noche grita, cada noche implora, cada noche se transforma en día y cada día se vuelve vida, vida que al llegar la noche vuelve a gritar sin poder saber desde donde implora, ya cansado, mi rescate humilde de amor profundo y sincero.
Amo un inexistente que tarda en tornarse realidad, amo un Sí que no tiene rostro definido, amo la vida que aun no podemos compartir, amo una ternura que aun no logro oler, amo también esas caricias que nos faltan, amo compartirte mis secretos contemplando la calidez de tu mirada, amo tu capacidad de cuestionar todo aquello que hago, amo cada respuesta inteligente, amo tu ingenuidad de pensar en un miedo quimérico, amo mi labor de lucha en el trabajo de hacerte comprender que si soy yo, amo tu silencio insinuante, amo mi complejidad y tu simpleza en volver a ordenar mi mente con una sonrisa, te amo aunque no se quien seas; y amo una voz que no conozco que grita cada noche desesperada que no vuelva a abandonarla; y que existe cada noche cuando duermo y se esfuma cuando yo lo decido. Y hasta ahora, lleva un buen tiempo viviendo a mi lado y sobreviviendo a mis sueños nocturnos que deberían ser solo suyos.
Te amo aun sabiendo que no existes, te amo cuando se que no te tengo, te amo aunque no debiera hacerlo pero mientras lo pienso; se que te más te amo.
Noche de puchos, noche de analizar las cosas que le conté ayer a alguien sobre “esa persona” que tiene que encontrarme, y yo convencer que se quede a mi lado; y que posiblemente no sea la Cenicienta que calce zapatillas Converse verdes de cordones rojos.
Cada noche grita, cada noche implora, cada noche se transforma en día y cada día se vuelve vida, vida que al llegar la noche vuelve a gritar sin poder saber desde donde implora, ya cansado, mi rescate humilde de amor profundo y sincero.
Amo un inexistente que tarda en tornarse realidad, amo un Sí que no tiene rostro definido, amo la vida que aun no podemos compartir, amo una ternura que aun no logro oler, amo también esas caricias que nos faltan, amo compartirte mis secretos contemplando la calidez de tu mirada, amo tu capacidad de cuestionar todo aquello que hago, amo cada respuesta inteligente, amo tu ingenuidad de pensar en un miedo quimérico, amo mi labor de lucha en el trabajo de hacerte comprender que si soy yo, amo tu silencio insinuante, amo mi complejidad y tu simpleza en volver a ordenar mi mente con una sonrisa, te amo aunque no se quien seas; y amo una voz que no conozco que grita cada noche desesperada que no vuelva a abandonarla; y que existe cada noche cuando duermo y se esfuma cuando yo lo decido. Y hasta ahora, lleva un buen tiempo viviendo a mi lado y sobreviviendo a mis sueños nocturnos que deberían ser solo suyos.
Te amo aun sabiendo que no existes, te amo cuando se que no te tengo, te amo aunque no debiera hacerlo pero mientras lo pienso; se que te más te amo.
Noche de puchos, noche de analizar las cosas que le conté ayer a alguien sobre “esa persona” que tiene que encontrarme, y yo convencer que se quede a mi lado; y que posiblemente no sea la Cenicienta que calce zapatillas Converse verdes de cordones rojos.
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